El pasado miércoles (15/12) se aprobó la ley de zonificación minera en la provincia de Chubut, ubicada en la Patagonia argentina. La aprobación de la ley provocó una reacción generalizada de movimientos sociales, organizaciones políticas, expertos y vecinos de la propia provincia. Además de los daños sociales y ambientales señalados como obvios, también se denunció la ausencia total de diálogo con los vecinos sobre la ley y los efectos de la minería en la zona.
Lo que no esperaban los legisladores y el gobernador de Chubut era que la reacción del público fuera rápida, decisiva y masiva. Rawson, la capital del condado, sus calles estaban dominadas por manifestantes que rechazaron la aceptación pasiva de que el poder público y los intereses económicos del sector minero hablan más alto que los intereses populares. Los manifestantes atacaron al menos 16 edificios públicos e incendiaron la Casa de Gobierno. El mensaje fue claro: dejaremos de minar con nuestras propias manos.
Este no es el primer intento de aprobar una ley de zonificación para la minería en Chubut. De hecho, desde 2013, el sector minero ha estado impulsando el progreso de la minería en la provincia. En ese año se realizó un referéndum para investigar la actitud de la población ante los grandes proyectos mineros de la región y el resultado fue que el 82% de la población rechazó cualquier proyecto minero en todo el territorio de Chubut. A pesar de la aparente desaprobación popular, el gobierno y las empresas mineras continuaron con su plan de convertir a Chubut en una importante zona minera. En febrero de este año, los parlamentarios intentaron aprobar una ley con la misma intención, pero se encontraron con una ola de manifestaciones que lograron bloquear el avance de otra ofensiva. Desde entonces, los movimientos sociales de Chubut se encuentran en un estado de constante movilización y alerta ante nuevos intentos de pisotear los intereses populares en nombre de los intereses de la burguesía. Construyendo una fuerte oposición desde abajo, con un papel importante para el pueblo mapuche -Chubut es una de las provincias donde vive la mayoría de los mapuche- y al expresar movimientos locales y nacionales, la movilización popular logró que el gobernador Mariano Archione revisara su decisión. y derogar la ley de partición ratificada en el XV, e incluso con esta importante victoria, los movimientos se mantienen entusiastas y dispuestos a volver a la calle cuando sea necesario.
El triunfo del pueblo argentino en Chubut muestra que es posible no solo enfrentar los poderosos intereses del sector minero y otros sectores que se benefician de la destrucción de vidas y de la naturaleza, sino que este enfrentamiento puede conducir a importantes victorias. Una de las lecciones que debemos aprender es la importancia de la movilización continua de los movimientos sociales y ambientales, y de construir articulaciones a nivel local y nacional. En Brasil, y especialmente desde la victoria de Bolsonaro, hemos sido testigos de una violenta profundización de la destrucción de la naturaleza y los ataques a los pueblos indígenas. La minería y la agroindustria avanzan con la certeza de que lideran el país y que ninguna potencia se le puede oponer. La impunidad garantizada por el gobierno no es mera complicidad, es interés propio. Bolsonaro y su gobierno no solo favorecen los intereses de los sectores minero y agroindustrial, lo cierto es que sus intereses son los mismos. Por eso, quienes se benefician de esto continúan destruyendo y matando con la absoluta convicción de que nada puede dañarlos. Debemos hacer lo que hacen los argentinos y transmitir el mensaje: detendremos la destrucción con nuestras propias manos.
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