marzo 28, 2024

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Brasil y la corrupción: patinando en el medio como siempre

¿Qué hará falta para que Brasil salga de la trampa del desempeño mediocre en la lucha contra la corrupción? Crédito: Freepik

El IPC utiliza una escala de 0 a 100, donde 100 significa muy saludable y 0 significa muy mimado. El panorama general de la encuesta fue el siguiente: 2/3 de los países obtuvieron puntajes por debajo de 50 y el puntaje promedio global es 43. Por lo tanto, la corrupción es un mal colectivo global con solo 23 países, de un grupo de 180, que tienen un puntaje. Para «pasar el año» (más de 70).

Los cinco mejores postores fueron: Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda, Noruega y Singapur. En cambio, los cinco países que peor puntuaron (más corruptos) fueron Yemen, Venezuela, Somalia, Siria y Sudán del Sur (cuatro de los cuales están envueltos en guerras prolongadas y Venezuela en una gravísima crisis social y económica que dura muchos años). ).

Brasil terminó 96 por debajo del promedio con una puntuación de 38 (como Argentina). Es la tercera peor posición de su serie histórica. Estamos por debajo del promedio mundial (43), del promedio latinoamericano (41) y del BRICS (39), y muy por detrás de Uruguay (21 – 73) y Chile (27 – 67).

Brasil en la serie histórica del IPC de TI mostró un comportamiento en zigzag, dentro de un rango promedio (entre 35 y 43), y desde 2017 está por debajo de 40.

Entonces, ¿qué le falta a Brasil para salir de la trampa de nivel medio en la lucha contra la corrupción? ¿Y si empezamos a profundizar en este complejo fenómeno social?

La corrupción es un fenómeno multifacético y, de hecho, obliga a los especialistas y agentes políticos y públicos, a la hora de formular políticas públicas para fortalecer el sistema de integridad del sector público, a tener una visión multidisciplinar del tema (incluyendo, entre otras áreas del conocimiento, la economía, el derecho , análisis de datos, Administración pública, sociología, ciencia política, historia).

Para cambiar esta situación, es necesario dejar de lado el populismo redentor, la retórica racista y la ética histérica en la producción de leyes y políticas públicas que deben basarse en la evidencia de su efecto anticorrupción efectivo.

¡La corrupción no perece, se controla! Debe ser visto como un síntoma más que como una enfermedad que indica que el organismo institucional del país no está funcionando bien. Pero no hay solución para el control efectivo de la corrupción fuera de la democracia.

Numerosos trabajos académicos muestran la importancia de fortalecer y mejorar las instituciones democráticas para el desarrollo económico y social cuando son capaces de lograr buenos resultados en el control de las desviaciones y la calidad de la asignación de los recursos públicos.

Esta mejora se implementa principalmente en tres dimensiones principales: transparencia, gobernanza y control. En cada una de estas dimensiones, hay varias reformas posibles que con el tiempo pueden colocar al país en otro nivel en el ranking de TI.

Los países que obtuvieron puntajes altos en el IPC o que sobresalieron en la mejora del IPC no progresaron a través de divisiones institucionales, sino a través de reformas institucionales adicionales que, con el tiempo, modernizaron constantemente sus sistemas de integridad nacional.

Combatir la corrupción no daña por insistir en lo obvio, no es un fin en sí mismo, es un medio que promueve el desarrollo de políticas públicas eficaces y equilibradas, que contribuye a un entorno económico competitivo más justo y eficiente, que contribuye a mejorar resultados sociales Efectividad de las acciones gubernamentales. Como siempre hemos indicado, esto lleva su tiempo y se hace de forma colectiva y, sobre todo, sin superhéroes.

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