El estratega del PRO brindó sus apreciaciones sobre la política y los que la dirigen, así como de la sociedad, en medio de un año electoral que no termina de definir a sus competidores
Admirado, odiado, o al menos cuestionado, el estratega del PRO Jaime Durán Barba siempre genera un llamativo interés. El ecuatoriano, a quienes varios sectores políticos le atribuyen el triunfo del partido del presidente Mauricio Macri , destaca que el mandatario es un "líder de la nueva época, como [Justin] Trudeau o [Emmanuel] Macrón". Y dice tener cifras que así lo corroboran, situándolo no solo como "el presidente latinoamericano más importante", sino también como el que tiene "las mejores cifras de todos los presidentes de Occidente".
En diálogo con Alejandro Fantino en Animales Sueltos , el consultor de imagen y asesor político lanza éstas y otras conclusiones acerca de Macri, de Cristina Kirchner, del llamado círculo rojo y de cómo es cada vez más difícil "controlar" a la sociedad.
En pleno año electoral y con lo que se juega en campaña, las declaraciones del consultor adquieren relevancia. "Con las redes sociales la sociedad se va volviendo cada vez más incontrolable; si no le hablás en términos de que participe de sus intereses, no te van a escuchar", señala.
Como si estuviese en una clase magistral, Durán Barba explica que, en cada país, "hay un 10, 15 o hasta un 20% de personas que están muy informadas o creen estarlo", y que al 80% restante "no le importa nada" estar informado acerca de la actualidad política y aquellos que gobiernan y manejan el país. Ese 20% es el llamado círculo rojo.
"Cuando Cristina Kirchner fue candidata a la presidencia estalló el escándalo Schoklender. El círculo rojo se incendió, tengo encuestas diarias de aquella época y Cristina no perdió ni un solo punto", dice.
Y, en términos comunicacionales, la apatía empeora. "En un discurso de tres horas de Cristina en el Congreso solo el 2% de las personas entendieron el mensaje. No significa que no comunicó", dice Durán Barba, sino que la gente, más allá de las palabras, presta mayor atención a la parte no controlada del mensaje del emisor, como los gestos, por ejemplo.
"Cómo arrugás la cara, como movés las manos, influye cuatro veces más de lo que decimos. Y el tono importa muchísimo", dice.